martes

La importancia de ser Ernesto

Capítulo 3

El Sol trajo el equilibrio. Sonó el timbre y llegó Julián. El tío Ernesto tampoco lo reconoció pero se puso contento al verlo y empezó a hablar.

Sacó su billetera y tomó un papelito plastificado que se asomaba por una de las solapas. Se lo dió a Julián y le pidió que lo leyera. En unas de las caras había una regla de tres simple muy prolija, en el reverso una cita con su firma: "Hoy 15·04·1997 tengo 73 años y decidí dejar de fumar"

Automáticamente me acordé de su cigarrera, hoy una reliquia perdida en algún lugar que el tío seguramente no recuerda. Siempre fumó mucho. En un momento se le dió por la pipa y así andaba, como un pez largando burbujas de humo, frente a nuestros ojos maravillados. Ojos de niño, que se dejan encantar por los más mínimos detalles.

Una tarde Ernesto nos regaló dos pipas de juguete que aún conservamos. Las marcas de los dientecitos en la boquilla y la madera ya gastada, son pruebas contundentes de la virtud del tío y de que nuestra niñez ya nos quedó lejos.

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