domingo

La importancia de ser Ernesto

Capítulo 4

La historia del tío Ernesto es bastante triste. Quedó huérfano de muy chico bajo la tutela de varios tíos que se lo pasaron de mano en mano, hasta que pudieron sacárselo de encima.

Con ese escenario comenzó su vida de fumador. "Te toca ponerte los pantalones largos y te prendés uno para hacerte el hombre, cuando sos un pibe a los 13 o 14". Recordé que lo de los pantalones no era una metáfora.

A esa edad también aprendió el oficio que mantuvo hasta que el cuerpo y la mente se lo permitieron. El tío es un artesano. Con sus dos hermanos trabajó durante más de 50 años, en un pequeño taller de orfebrería en Boedo. Sospecho que disfrutaba más que ninguno transformando esos bloques fríos de metal o madera en una pequeña obra de arte, nacida de sus manos. Los hijos que nunca tuvo.

Con la orfebrería tuvieron sus épocas de gloria pero desde que tengo memoria, el negocio no es más que un problema. En eso se parece mucho al tío. A los dos de a poco los mata el olvido que traen los años, el desarrollo y la tecnología.



Capítulo 5

"Yo hacía así (se toca el pelo y se mira la mano) y decía ¿Qué es esto? y tenía todo pelo". El Sol había empezado a bajar pero entretenidos, no lo habíamos notado. El tío seguía hablando del pasado y de las cosas que aún su memoria no había borrado.

"Porqué yo cuando viajé al Paraguay, con mi amigo -que ya no está, murió hace poco- llevaba 6 o 7 tiras de cigarrillos y regalaba. Me fumaban los cigarrilos y yo les decía, llevátelos". En casa siempre se dijo que al tío por bueno y solidario lo tomaron de boludo. También se dudó de la relación con ese amigo con el que vivió toda la vida. Del tío Ernesto siempre se habló mucho al pedo.

"Yo hacía así y decía y esto ¿qué es? y todo pelo"

Su discurso era pendular y eso generaba en mi cabeza un ida y vuelta, un equilibrio lejano. Estaba pero no estaba. Lo sentía respirar al lado mío, con cierta dificultad pero a la vez se proyectaba en mi cabeza un tío reluciente, pintón, muy distinto al actual.

..."Yo fui a Paraguay, estuve con Stroessner. Llevé como 6 o 7 tiras de cigarrilos y me decían que ricos y me los fumaban todos"...

Escuché Stroessner y caí brutalmente de mi vuelo.
Con dolor entendí que la memoria del tío me privaría -desde esa tarde y hasta sus últimos días- de cientos de historias con las que de a poco estaba tapizando su guarida en un lugar mejor, que seguro lo encontrará joven y en su mejor momento.

¿Cuántas se habrá llevado ya?

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